Prólogo. Mercedes Caballero.
Cuando la escritora Rachel Cusk publicó su novela Un trabajo para toda la vida (2001) el escándalo llegó en bandeja de fango. El relato de corte autobiográfico ponía sobre la mesa las las dificultades de la crianza desde la maternidad). Se trata de un texto alejado de todo misticismo, fábula onírica e incluso poética, esas que suelen adornar, e incluso aplastar podríamos decir, el concepto de la verdadera crianza. Las reacciones, del todo desproporcionadas, por aquellas personas que enarbolaban la bandera de la maternidad (una sola y verdadera), guardianas-policía de este hecho, dilapidaron a la escritora con el título de mala madre. Un crítico literario incluso llegó a sugerir públicamente que se le retirara la custodia de sus hijas. Entonces, y todavía ahora cuando el libro se asoma a la actualidad porque se traduce a un nuevo idioma, Cusk se ve abocada a defenderse. Defenderse de no ser lo que algunos esperan que una sea: sin duda, idea de primer orden; raíz de todo lo que se desencadena después.
Pero aquellos rechazos y negativas ante la idea de una maternidad real también pusieron sobre la mesa unas cuantas cuestiones que con el paso del tiempo se abordan de manera más completa y precisa, como sucede con la publicación que tienen en sus manos.
Recientemente, declaraba Rachel Cusk en una entrevista: “Si hubiera historias más honestas sobre lo que significa ser madre, las mujeres se sentirían menos culpables”. Sobre esa falta de aparente inocencia alrededor de las maternidades (pasemos ya a hablar de este concepto en plural) y sobre la franqueza de las historias que la rodean, concretamente en el contexto de las artes escénicas, versa el proyecto Artistas en crianza que pusieron en marcha Beatriz Bello y Alfredo Ramos en 2021 a través del Laboratorio de Artes Vivas y Ciudadadanía de Tenerife (LAV)
La realidad y lo artístico
Sin duda, todo proyecto surgido de una verdadera necesidad, triplica su valor. Si además esa necesidad se considera minoritaria o de segundo o tercer grado en importancia, aunque el día a día diga lo contrario, la validez del proyecto adquiere cotas más altas. Es lo que ocurre con Artistas en crianza, un proyecto alrededor de los cuidados en la escena contemporánea y que nació de unas conversaciones sobre conciliación, entre las artistas Raquel Ponce y Paloma Calle dentro del LAV. Bajo la mirada de Beatriz Bello y Alfredo Ramos lo concreto pasó a convertirse en universal. También en pionero dentro del contexto geográfico de las Islas Canarias donde se viene desarrollando. Un poco más, incluso, si echamos un vistazo a las escasas redes de cuidados afectivos a nivel internacional, “que sean también efectivos”, como indica Raquel Ponce en este libro.
Era 2021. Y desde entonces se han desarrollado cuatro entregas de Artistas en Crianza que, además de contribuir a enriquecer la documentación y bibliografía alrededor de este tema, ponen de manifiesto unas cuantas realidades. Por ejemplo, el reconocimiento y la visibilización de los cuidados estableciendo protocolos y presupuestos para ello y el trabajo alrededor de la mediación y creación de un modelo de buenas prácticas pionero en nuestro país. En este sentido, el proyecto está pensado para la interacción entre artistas con instituciones culturales y con público. Tres ejes de una misma maquinaria que deben funcionar en sintonía para el éxito.
Mapas afectivos de maternidades.
Resulta pertinente resaltar una idea importante sobre la que versa este proyecto. Y se trata del hecho de hacer extensible el concepto de cuidados a diferentes tipos de familia, independientemente de sexo y género. Sin embargo, por seguir respondiendo a la necesidad real de la que surge este propósito, el foco está puesto en las madres; negar este hecho sería sin duda faltar a la verdad más empírica.
Tal y como reseñan en esta publicación Bruna Pedrosa y Amandin Goisbault, cuando los hombres se convierten en padres, no suelen frenar ni interrumpir su trabajo. Tampoco se cuestionan su identidad artística ante el hecho de ser padre ni les influye tanto la falta de tiempo para poder fomentar su creatividad. Pedrosa y Goisbault son fundadoras de RAMA, en Brasil, Red Afectiva de Madres Artistas, y desde esta iniciativa vienen trabajando desde hace años en la creación de un futuro con formas colectivas de cuidado que permita hacer comunidad alrededor de este tema.
Si tenemos en cuenta la historia y sus diversos contextos culturales, no nos extraña en absoluto la afirmación que introdujo Simone de Beauvoir alrededor de la maternidad y que la señalaba como un obstáculo para la realización intelectual. Se trataba, entonces, de elegir entre ser artista o madre, según el punto de vista de la autora como recoge en su libro El segundo sexo (1949). Pero aquella era la segunda ola del feminismo en la que se introdujeron conceptos, sin duda, importantes para llegar hasta aquí. Hoy en día, cuando podemos hablar de feminismos en plural y de una cuarta ola (al menos desde lo establecido), el deber pasa por reconocer la complejidad que se da alrededor de las diversas maternidades y por la necesidad de crear modelos culturales nuevos alrededor de la crianza. Sin ir más lejos, un dato concreto de nuestro país: la ley que ampara la baja maternal no se ha revisado ni modificado desde 1989, a pesar de todos los cambios producidos.
“Las nuevas luchas reproductivas son una urgencia silenciada”, afirma en estas páginas Luisa Fuentes Guaza, investigadora independiente y activista teórica de trabajos maternos desde epistemologías feministas.
El cuerpo-histórico-mujer frente al macho-sistema
Esta interesante oposición de conceptos, así como la elaboración de los propios conceptos, el de cuerpo-histórico-mujer y el de macho-sistema, también pertenecen a Fuentes Guaza, una de la voces más relevantes de nuestro país en el trabajo de maternidades.
Desde unas epistemologías feministas “trans-incluyentes, interseccionales, antirracistas y no-eurocentradas”, tal y como se lee en su biografía, enmarcada en la web de su proyecto Centro hacedor de futuridades maternales, fundado en 2019, Luisa Fuentes reseña en estas páginas la importancia de desmantelar el patriarcado de la responsabilidad individual de la maternidad. “No es que te lo hayas montado mal, es que hay un sistema que está mal montado”, advierte.
Y pone el acento en el contexto histórico y social al que seguimos sometidas, así pasen los años. Nos recuerda, en este sentido, el peligro de analizarnos, y por supuesto enjuiciarnos desde la crianza, sin tener en cuenta el turbo-capitalismo al que pertenecemos, queramos o no.
“Todo lo que tiene que ver con cuerpos dependientes tiene una devaluación sistémica”, declara. Y tal afirmación se inscribe directamente en el estado de precarización de las artes escénicas, con las mujeres llevándose la peor parte, en este contexto de maternidades (y algunos otros).
Desmitificar, aterrizar
Comenzaba este texto con unas declaraciones de Rachez Cusk sobre la desmitificación de las maternidades. Al menos de una, establecida por los siglos de los siglos sin tener en cuenta contextos ni, por supuesto, feminismos. Y en esta línea son varias las reflexiones que atraviesan esta publicación y el proyecto general de Artistas en crianza.
La artista Guiomar Campos pone al descubierto sentimientos como el de ira, frustración y cansancio, que si bien transcurren pegados al hecho práctico de la crianza, no tanto (o ni mucho menos) al hecho-maternal-romántico como único y verdadero. Y propone, para terminar de aterrizar el asunto, incluir en el presupuesto de cualquier proyecto una partida destinada a esos cuidados relacionados con la crianza. “Incluirlo será empezar a visibilizarlo”, declara.
Se trata este tema de la romantización de la maternidad uno de los principales lastres para abordar realidades. Aún hoy en día, hacerse cargo de todos esos sentimientos de tierra que la acompañan significa pagar el peaje de la exclusión, en no pocos contextos sociales. A pesar de que hayan pasado más de 50 años desde que la antropóloga Margaret Mead introdujera la idea de borrar el misticismo, incluso el deber y la obligación, al asunto de los cuidados maternales.
Artistas en crianza, un proyecto en torno a los cuidados en la escena contemporánea se presenta como una iniciativa necesaria. Por las preocupaciones que engloba presentes en esta publicación, y por la cantidad de iniciativas que desarrolla para abordarlas: desde los conversatorios a las residencias de investigación que ponen de manifiesto, por ejemplo, cómo afectan los cuidados a los procesos creativos, pasando por los encuentros presenciales al cierre de cada edición y la elaboración de documentos de buenas prácticas.
Judith Butler, filósofa activista del pensamiento feminista y teórica de género, introdujo en la lucha feminista el concepto de resistencia como principal herramienta para la búsqueda de formas de reconocimiento.”La vida continúa porque nos escuchamos y nos apoyamos”, dijo en cierta ocasión. Una premisa alrededor de la colaboración y la visibilización en la que también se enmarca el proyecto de Artistas en Crianza.
Cuando la escritora Rachel Cusk publicó su novela Un trabajo para toda la vida (2001) el escándalo llegó en bandeja de fango. El relato de corte autobiográfico ponía sobre la mesa las las dificultades de la crianza desde la maternidad). Se trata de un texto alejado de todo misticismo, fábula onírica e incluso poética, esas que suelen adornar, e incluso aplastar podríamos decir, el concepto de la verdadera crianza. Las reacciones, del todo desproporcionadas, por aquellas personas que enarbolaban la bandera de la maternidad (una sola y verdadera), guardianas-policía de este hecho, dilapidaron a la escritora con el título de mala madre. Un crítico literario incluso llegó a sugerir públicamente que se le retirara la custodia de sus hijas. Entonces, y todavía ahora cuando el libro se asoma a la actualidad porque se traduce a un nuevo idioma, Cusk se ve abocada a defenderse. Defenderse de no ser lo que algunos esperan que una sea: sin duda, idea de primer orden; raíz de todo lo que se desencadena después.
Pero aquellos rechazos y negativas ante la idea de una maternidad real también pusieron sobre la mesa unas cuantas cuestiones que con el paso del tiempo se abordan de manera más completa y precisa, como sucede con la publicación que tienen en sus manos.
Recientemente, declaraba Rachel Cusk en una entrevista: “Si hubiera historias más honestas sobre lo que significa ser madre, las mujeres se sentirían menos culpables”. Sobre esa falta de aparente inocencia alrededor de las maternidades (pasemos ya a hablar de este concepto en plural) y sobre la franqueza de las historias que la rodean, concretamente en el contexto de las artes escénicas, versa el proyecto Artistas en crianza que pusieron en marcha Beatriz Bello y Alfredo Ramos en 2021 a través del Laboratorio de Artes Vivas y Ciudadadanía de Tenerife (LAV)
La realidad y lo artístico
Sin duda, todo proyecto surgido de una verdadera necesidad, triplica su valor. Si además esa necesidad se considera minoritaria o de segundo o tercer grado en importancia, aunque el día a día diga lo contrario, la validez del proyecto adquiere cotas más altas. Es lo que ocurre con Artistas en crianza, un proyecto alrededor de los cuidados en la escena contemporánea y que nació de unas conversaciones sobre conciliación, entre las artistas Raquel Ponce y Paloma Calle dentro del LAV. Bajo la mirada de Beatriz Bello y Alfredo Ramos lo concreto pasó a convertirse en universal. También en pionero dentro del contexto geográfico de las Islas Canarias donde se viene desarrollando. Un poco más, incluso, si echamos un vistazo a las escasas redes de cuidados afectivos a nivel internacional, “que sean también efectivos”, como indica Raquel Ponce en este libro.
Era 2021. Y desde entonces se han desarrollado cuatro entregas de Artistas en Crianza que, además de contribuir a enriquecer la documentación y bibliografía alrededor de este tema, ponen de manifiesto unas cuantas realidades. Por ejemplo, el reconocimiento y la visibilización de los cuidados estableciendo protocolos y presupuestos para ello y el trabajo alrededor de la mediación y creación de un modelo de buenas prácticas pionero en nuestro país. En este sentido, el proyecto está pensado para la interacción entre artistas con instituciones culturales y con público. Tres ejes de una misma maquinaria que deben funcionar en sintonía para el éxito.
Mapas afectivos de maternidades.
Resulta pertinente resaltar una idea importante sobre la que versa este proyecto. Y se trata del hecho de hacer extensible el concepto de cuidados a diferentes tipos de familia, independientemente de sexo y género. Sin embargo, por seguir respondiendo a la necesidad real de la que surge este propósito, el foco está puesto en las madres; negar este hecho sería sin duda faltar a la verdad más empírica.
Tal y como reseñan en esta publicación Bruna Pedrosa y Amandin Goisbault, cuando los hombres se convierten en padres, no suelen frenar ni interrumpir su trabajo. Tampoco se cuestionan su identidad artística ante el hecho de ser padre ni les influye tanto la falta de tiempo para poder fomentar su creatividad. Pedrosa y Goisbault son fundadoras de RAMA, en Brasil, Red Afectiva de Madres Artistas, y desde esta iniciativa vienen trabajando desde hace años en la creación de un futuro con formas colectivas de cuidado que permita hacer comunidad alrededor de este tema.
Si tenemos en cuenta la historia y sus diversos contextos culturales, no nos extraña en absoluto la afirmación que introdujo Simone de Beauvoir alrededor de la maternidad y que la señalaba como un obstáculo para la realización intelectual. Se trataba, entonces, de elegir entre ser artista o madre, según el punto de vista de la autora como recoge en su libro El segundo sexo (1949). Pero aquella era la segunda ola del feminismo en la que se introdujeron conceptos, sin duda, importantes para llegar hasta aquí. Hoy en día, cuando podemos hablar de feminismos en plural y de una cuarta ola (al menos desde lo establecido), el deber pasa por reconocer la complejidad que se da alrededor de las diversas maternidades y por la necesidad de crear modelos culturales nuevos alrededor de la crianza. Sin ir más lejos, un dato concreto de nuestro país: la ley que ampara la baja maternal no se ha revisado ni modificado desde 1989, a pesar de todos los cambios producidos.
“Las nuevas luchas reproductivas son una urgencia silenciada”, afirma en estas páginas Luisa Fuentes Guaza, investigadora independiente y activista teórica de trabajos maternos desde epistemologías feministas.
El cuerpo-histórico-mujer frente al macho-sistema
Esta interesante oposición de conceptos, así como la elaboración de los propios conceptos, el de cuerpo-histórico-mujer y el de macho-sistema, también pertenecen a Fuentes Guaza, una de la voces más relevantes de nuestro país en el trabajo de maternidades.
Desde unas epistemologías feministas “trans-incluyentes, interseccionales, antirracistas y no-eurocentradas”, tal y como se lee en su biografía, enmarcada en la web de su proyecto Centro hacedor de futuridades maternales, fundado en 2019, Luisa Fuentes reseña en estas páginas la importancia de desmantelar el patriarcado de la responsabilidad individual de la maternidad. “No es que te lo hayas montado mal, es que hay un sistema que está mal montado”, advierte.
Y pone el acento en el contexto histórico y social al que seguimos sometidas, así pasen los años. Nos recuerda, en este sentido, el peligro de analizarnos, y por supuesto enjuiciarnos desde la crianza, sin tener en cuenta el turbo-capitalismo al que pertenecemos, queramos o no.
“Todo lo que tiene que ver con cuerpos dependientes tiene una devaluación sistémica”, declara. Y tal afirmación se inscribe directamente en el estado de precarización de las artes escénicas, con las mujeres llevándose la peor parte, en este contexto de maternidades (y algunos otros).
Desmitificar, aterrizar
Comenzaba este texto con unas declaraciones de Rachez Cusk sobre la desmitificación de las maternidades. Al menos de una, establecida por los siglos de los siglos sin tener en cuenta contextos ni, por supuesto, feminismos. Y en esta línea son varias las reflexiones que atraviesan esta publicación y el proyecto general de Artistas en crianza.
La artista Guiomar Campos pone al descubierto sentimientos como el de ira, frustración y cansancio, que si bien transcurren pegados al hecho práctico de la crianza, no tanto (o ni mucho menos) al hecho-maternal-romántico como único y verdadero. Y propone, para terminar de aterrizar el asunto, incluir en el presupuesto de cualquier proyecto una partida destinada a esos cuidados relacionados con la crianza. “Incluirlo será empezar a visibilizarlo”, declara.
Se trata este tema de la romantización de la maternidad uno de los principales lastres para abordar realidades. Aún hoy en día, hacerse cargo de todos esos sentimientos de tierra que la acompañan significa pagar el peaje de la exclusión, en no pocos contextos sociales. A pesar de que hayan pasado más de 50 años desde que la antropóloga Margaret Mead introdujera la idea de borrar el misticismo, incluso el deber y la obligación, al asunto de los cuidados maternales.
Artistas en crianza, un proyecto en torno a los cuidados en la escena contemporánea se presenta como una iniciativa necesaria. Por las preocupaciones que engloba presentes en esta publicación, y por la cantidad de iniciativas que desarrolla para abordarlas: desde los conversatorios a las residencias de investigación que ponen de manifiesto, por ejemplo, cómo afectan los cuidados a los procesos creativos, pasando por los encuentros presenciales al cierre de cada edición y la elaboración de documentos de buenas prácticas.
Judith Butler, filósofa activista del pensamiento feminista y teórica de género, introdujo en la lucha feminista el concepto de resistencia como principal herramienta para la búsqueda de formas de reconocimiento.”La vida continúa porque nos escuchamos y nos apoyamos”, dijo en cierta ocasión. Una premisa alrededor de la colaboración y la visibilización en la que también se enmarca el proyecto de Artistas en Crianza.